miércoles, 1 de abril de 2009

Aullidos en el metro


MALDITOS, VAGABUNDOS, YONQUIS, SANTOS Y ANIMALES, DIABLOS Y ANGELES. Poetas decadentes y bohemios de los 50'. Sumos representantes de la Beat Generation, la generación del latido. Latido de corazón, latido de alma, el latido de millones de palabras gritadas y celosamente guardadas en paginas y capítulos y libros, poesías y novelas, imágenes, sensaciones, aullidos de libertad. Allen Ginsberg, William Burroughs, Jack Kerouac, Neal Cassady, entre otros, amigos, cómplices delictivos, actores principales de una vida recién estrenada para aquella época; 

...la búsqueda de nuevas fronteras, nuevos horizontes, por la Route 66, por las montañas de Méjico, en Tánger, en India, hacia los confines mas recónditos de la psique humana.

Y todo eso estaba allí, descansando encima de un estante, en forma de libro, “Aullido y otros poemas” dice la portada, escondido entre otros volúmenes, olvidado y emanando una luz que se iluminaba al ritmo de jazz y de su “latido generacional”.

Mi re-encuentro con los  autores de la adolescencia, los “colegas del barrio” de mi cabeza, que me enseñaron a caminar solo con “On the Road”, que reventaron por primera vez mi cabeza con “The Naked Lunch”, y que ahora llegaban otra vez con el poeta derrotado por excelencia, Allen Ginsberg. Pero ahora de forma diferente, mas lucida, mas sabia, mas envejecida. Mas cerca y al mismo tiempo mas lejana. Listo para entrar al infierno y al mismo tiempo para verlo desde una peña. “Así es la vida, tío” diría Cassady, que de vida sabía…

Palabras fuertes, que golpean al plexo solar y te dejan sin aliento, imágenes de basura y paraíso, su paraíso, himnos a la santidad del alma, del espíritu y de los excrementos, paseos nocturnos con Walt Whitman en un supermercado lleno de familias haciendo la compra, cartas de amor, de odio, pensamientos reflexiones abstinencias y vuelos pindáricos. Todo envuelto en una cómoda confección de bolsillo. Genial, ¿verdad?

“[…] Estamos ciegos y vivimos nuestras ciegas vidas en total oscuridad. Los poetas están malditos, pero no están ciegos; ven con los ojos de los ángeles. Este poeta ve con toda lucidez los horrores, en los que participa en los detalles mas íntimos de su poema […] Remangaros las faldas, señoras mías, vamos a atravesar el infierno”

(William Carlos Williams, introducción a Aullido y otros poemas)


Por un mono sabio un día como cualquier otro pero más aburrido, mientras iba camino del trabajo sentado en el metro.

TRU

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